La geología oceánica del estrecho de Gibraltar

La geología oceánica del estrecho de Gibraltar

El Estrecho de Gibraltar es una de las características geográficas más emblemáticas del planeta, actuando como un puente natural entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Este estrecho no solo es crucial desde el punto de vista estratégico y cultural, sino que también ofrece una rica diversidad geológica que refleja la historia tectónica y sedimentaria de la región.

Situada en el suroeste de Europa, se encuentra entre dos puntos claves. Al norte tiene la costa española (Tarifa), y al sur la costa marroquí (Tánger). Su longitud es de 58 km y una profundidad de 350 m.

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La geología del Estrecho de Gibraltar es el resultado de complejos procesos tectónicos que se remontan a millones de años. Esta zona es un área de
convergencia entre las placas tectónicas de Eurasia y África. Durante el Mioceno, hace aproximadamente 6 millones de años, se produjo un evento crucial: el cierre del mar Mediterráneo, lo que llevó a la creación de la cuenca de Gibraltar. Las causas de este hecho no son claras aún pero las hipótesis que se consideran más probables son el movimiento de placas que cerraron el canal acompañado de cambios climáticos que redujeron el aporte de agua a la cuenca, dando como resultado la desecación del mar. Esto hizo que se formaran depósitos de yeso y halita. Las pruebas que demuestran los acontecimientos son varias. En la expedición llevada a cabo por el buque oceanográfico Glomar Challenge en 1971 se tomaron muestras del fondo marino en las que se encontraron capas de hasta 3 km de espesor de dichos minerales.

En esa capa, también se hallaron microfósiles de foraminíferos de ambientes marinos poco profundos y pequeñas conchas de moluscos, que se pueden asociar con organismos que vivieron en un lago hipersalino. El proceso que dio lugar a la reapertura y llenado de la cuenca aún no está claro. Lo que si se sabe es que fue más rápido de lo que se pensaba inicialmente. Se produjo una gran inundación con una corriente del atlántico hacia la cuenca
Mediterránea. Este flujo unidireccional trajo consigo especies del océano que, con el tiempo, quedaron como endémicas de la zona. Actualmente, este es un punto crítico para la circulación oceánica.

Desde el punto de vista geológico y morfológico, el Estrecho de Gibraltar ofrece paisajes submarinos dignos de admirar. En cada inmersión veremos:

1. Formaciones rocosas: Al explorar el fondo marino se podrá ver capas de roca sedimentaria que muestran diferentes colores y texturas, resultado de la
acumulación de sedimentos a lo largo de millones de años. Estas capas pueden incluir areniscas, lutitas y calcáreas. Además, en algunas zonas se pueden ver rocas
como el basalto o gneis que evidencian la actividad tectónica de la zona.

2. Estructuras tectónicas: La actividad tectónica ha dejado marcas visibles, como fallas y pliegues en las rocas, que ilustran las fuerzas que han moldeado el paisaje a lo largo del tiempo. La erosión ha formado, además, zonas de cuevas submarinas y otras formaciones esculpidas por el agua.

3. Taludes y acantilados: La inclinación del fondo marino puede mostrar taludes que se forman por deslizamientos de tierra y sedimentación. Estos taludes son
importantes para entender la dinámica sedimentaria del área. Los acantilados que caen en picado hacia el mar son un rasgo visualmente impactante, resultantes de la erosión y la actividad tectónica.

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Desde una perspectiva geológica y morfológica, el Estrecho de Gibraltar es un laboratorio natural que revela procesos complejos y la historia de la Tierra. La combinación de estructuras tectónicas, formaciones rocosas y ecosistemas marinos crea un entorno fascinante que ofrece tanto belleza como una rica narrativa geológica.

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